viernes, 25 de mayo de 2007

CALIDOSCOPIO

Existía un hombre que a causa de una guerra en la que había peleado de joven, había perdido la vista. Este hombre, para poder subsistir y continuar con su vida, desarrolló una gran habilidad y destreza con sus manos, que le permitió destacarse como un estupendo artesano. Sin embargo, su trabajo no le permitía más que asegurarse el mínimo sustento, por lo que la pobreza era una constante en su vida y en la de su familia.
Cierta Navidad quiso obsequiarle algo a su hijo de 5 años, quien nunca había conocido más juguetes que los trastos del taller de su padre, con los que fantaseaba reinos y aventuras.
Su papá tuvo entonces la idea de fabricarle, con sus propias manos un hermoso calidoscopio como alguno que el supo poseer en su niñez.
En secreto y por las noches fue recolectando piedras de diversos tipos que trituraba en decenas de partes, pedazos de espejos, vidrios, metales, maderitas, etc.
Al cabo de la cena de Nochebuena pudo, finalmente imaginar a partir de la voz del pequeño, la sonrisa de su hijo al recibir el precioso regalo.
El niño no cabía en sí de la dicha y de la emoción que aquella increíble Navidad le había traído de las manos rugosas de su padre ciego, bajo las formas de aquel maravilloso juguete que él jamás había conocido…
Durante los días y las noches siguientes el niño fue a todo sitio portando el precioso regalo, y con él regresó a sus clases en la escuela del pueblo.
En los tiempos de recreo entre clase y clase, el niño exhibió y compartió orgulloso su juguete con sus compañeros que se mostraban igual de fascinados con aquella maravilla y que pujaban por poner sus ojos en aquel lente y dirigirlo al sol.
Uno de aquellos pequeños, tal vez el mayor del grupo, se acercó al hijo del artesano y le preguntó con la ambiciosa intriga que solo un niño puede expresar:
-Oye, ¡Que maravilloso calidoscopio te han regalado!...¿Donde te lo compraron?, no he visto jamás nada igual en el pueblo.
Y el niño, orgulloso de poder revelar aquella verdad emocionante desde su pequeño corazón, le contestó:
-No, no me lo compraron en ningún sitio…me lo hizo mi papá.
A lo que el otro pequeño le replicó con cierta sorna y tono incrédulo:
-¿Tu padre?...Imposible…¡Si tu padre está ciego!
Nuestro pequeño amigo se quedó mirando a su compañero, y al cabo de una pausa de segundos, sonrió como sólo un portador de verdades absolutas puede hacerlo, y le contestó:
- SÍ, mi papá está ciego…pero solamente de los ojos…SOLAMENTE DE LOS OJOS…
El amor solo se puede ver con el corazón.
Bien lo supo el zorro; bien lo aprendió el Principito, bien deberíamos entenderlo…
“Lo esencial es invisible a los ojos”
Autor desconocido.


Yo elegí este cuento porque me parece que todos, incluso yo, tenemos mucho que pensar y reflexionar sobre lo leído.
Muchas veces nos dejamos guiar por lo superficial y no nos acordamos que lo que importa es lo interior y que todos tienen cosas buenas para dar, y nuevas cosas por aprender de los demás. Nunca vas a llagar a conocer a una persona por completo ,pero tienes que tratar de conocerla lo mas posible!!
Y como ahí dice “el amor se ve sólo con el corazón” ,y no con los ojos…
De: Stephenie Marchese

3 comentarios:

Nosotros =) dijo...

¡¡Hola Stephy!!

Opino igual que vos, creo que la mayoría de nosotros se deja llevar por las apariencias y no se permite conocer a las personas antes de opinar. Esto es algo que se debe cambiar en nuestra sociedad, ya que es algo muy comúm.


Besos.


Florencia Santoro.

Nosotros =) dijo...

hola!!
La verdad me encanto el cuento, te deja mucho que pensar. Sobre todo no dejarse llevar por las apariencias,como dijo flor santoro. y aprender a ver con los ojos del corazon.
besoss rocio m.

Nosotros =) dijo...

¡hola tefi!
Me pareció muy bueno el cuento no solo hay que reflexionar sobre la actitud que tubo el hombre de hacerle ese regalo a su hijo, ni la de el niño que cree infinitamente en su padre y lo defiende con la verdad; sino la actitud del niño que de manera inocente prejuzgó al padre por ser ciego. Quizá deberíamos aprender a ver mas allá de lo que hay a simple vista.

Charo Riva